sábado, 27 de diciembre de 2008

Gerardo Diego (1896-1987)

Monumento a Gerardo Diego en la calle Pío Baroja de Madrid, delante de la Casa de Cantabria.


VIDA:
Poeta español nacido en Santander en 1896. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto y posteriormente en las de Salamanca y Madrid, donde se doctoró. Fue catedrático de Lengua y Literatura en el Instituto de Soria, y sucesivamente enseñó la misma asignatura en los Institutos de Gijón, Santander y Madrid. Participó con Juan Larrea y Vicente Huidobro en el movimiento creacionista. Obtuvo el Premio Cervantes de Literatura y fue miembro de la Real Academia de la Lengua hasta su muerte en 1987.


CARACTERÍSTICAS:
- Es de destacar la influencia de Gerardo Diego en otras figuras de relevancia tanto en el ámbito nacional como regional.
- Su poesía tradicional comprende poemas de corte tradicional y clasicista, donde recurre con frecuencia al romance, a la décima y al soneto.
- Los temas son muy variados: el paisaje, la religión, la música, los toros, el amor, etc. Es suyo el considerado, por muchos, el mejor soneto de la literatura española, El ciprés de Silos, así como de otros poemas importantes como
Nocturno, Las tres hermanas o La despedida.
- Su inclinación por el nuevo arte de vanguardia le lleva a iniciarse primero en el creacionismo.
- La falta de signos de puntuación, la disposición de los versos, los temas intrascendentes y las extraordinarias imágenes caracterizan esta poesía


Obra:
Representó el ideal del 27 al alternar con maestría la poesía tradicional y la vanguardista, de la que se convirtió en uno de los máximos exponentes durante la década de los años veinte. Su obra poética sigue, pues, estas dos líneas
Su obra se inició en 1920 con El Romancero de la Novia.
Alterna la poesía vanguardista: Imagen; Manual de espumas con las de tipo tradicional como: Versos Humanos, Alondra de verdad.


EL CIPRÉS DE SILOS

Enhiesto surtidor de sombra y sueño

que acongojas al cielo con tu lanza.

Chorro que a las estrellas casi alcanza

devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño;

flecha de fe, saeta de esperanza.

Hoy llegó a ti riberas del Arlanza,

peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando ti vi, señero, dulce, firme,

qué ansiedades sentí de diluirme

y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,

ejemplo de delirios verticales,

mudo ciprés en el fervor de Silos.

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